
Hace unos días, leía un artículo que se titulaba «Condenados al paro: Dos de cada tres perceptores del subsidio tienen más de 52 años» y que queréis que os diga, no me sorprendió. Hace una o dos décadas, el acceso a un trabajo, no suponía una traba a los que más experiencia tenían, a los que más formados estaban, al contrario, se buscaba la experiencia, el conocimiento. Si había aquellos que te `preguntaban si tenías hijos, que edad tenían o si tu compromiso con la empresa era serio. Ahora, que los mayores de 52 tienen hijos que no «molestan», experiencia contrastada que aportaría mucho a las empresas, incluso tiempo de dedicación, parece que no sirve.
¿Son estos números exagerados?¿Reflejan la realidad? No se que opináis, pero yo conozco más de uno y más de dos casos similares en mi entorno familiar y no cuento los innumerables casos de mis alumnos, que en su gran mayoría están en esta situación. Personas con muchos años de experiencia, sin ataduras económicas de hijos que mantener, en perfecto estado de salud, pero no consiguen que les contraten. Se ha dado el caso de un conocido que tuvo que reducir su currículum para encontrar un trabajo. Otros están empezando a estudiar oposiciones.
¿Y que hago yo ahora si me encuentro en esta situación?¿Van a hacer algo las Administraciones públicas? ¿Cómo tengo que buscarme la vida si me quedan más de 14 años de vida laboral para jubilarme? Vamos por partes. Lo primero que os diré es que las distintas Administraciones Públicas no van a ayudaros a encontrar un puesto de trabajo. El SEPE es un mera oficina de tramitación de ayudas y subvenciones, y a los datos me remito. Según sus propios datos, solo consigue colocar al 2% de los parados y en la mayoría de los casos, solo a 1 de cada 100 parados. ¿Y las empresas privadas? Algunos habéis pasado por empresas de recolocación después de vuestras salidas, y sin duda son una buena opción ya que suelen colocar a un porcentaje elevado de candidatos, pero obviamente no a todos. El caso es que la mayoría de las empresas, cuando incurren en despidos, no suelen pagar a sus empleados estos servicios.
Una tercera vía es la «auto ocupación», es decir, buscarse la vida como autónomo, emprendedor, freelance, etc. Siempre digo a mis alumnos, «Lo que has sido capaz de hacer para las empresas que te han contratado, porque no hacerlo para ti mismo». El mercado laboral ha cambiado mucho en estos últimos años. La empresas no buscan contrataciones a medio y largo plazo sino cubrir sus necesidades en proyectos concretos, ya sean comerciales, de marketing, financieros o de operaciones. Tengo la necesidad de cambiar mi red de distribución, buscamos alguien que nos reestructure la deuda, necesitamos alguien que nos mejores las operaciones logísticas, etc. Estos son unos ejemplos, pero hay muchos más.
No me mal interpretéis, no penséis que solo os dirijo a la auto ocupación, pero si me gustaría que lo consideréis como una opción que os permitiría seguir en el mercado laboral. Se que no todo el mundo es capaz de re-dirigir su vida hacia el auto empleo, pues no es fácil salir adelante en un mundo tan competitivo, pero si puede ser una opción viable. Los costes no son altos para arrancar, la experiencia la tenéis, las ganas se os presuponen y los nichos de mercado y las oportunidades están ahí. Algunas veces será para lanzar una idea que siempre os rondó la cabeza y que nunca pudisteis arrancar. Otras veces será para continuar con una empresa o negocio familiar. Incluso puede darse que alguien os proponga algo, y desde el auto empleo sea la mejor forma de acometerlo.
Una pregunta que siempre hago a mis alumnos que asisten a mi primera clase es: ¿Extrañáis a vuestro jefe?. El 95% contesta que no. Otra pregunta es: ¿Os gustaría dar un cambio sustancial a vuestra vida?. La mayoría contesta que si. Ahora bien, estas respuestas no implican el éxito. Decía San Agustín: «Reza como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti».
La situación para que los mayores de 50 se re incorporen al mercado laboral es cada vez más difícil y compleja, nadie lo duda, pero eso no debe desanimarnos, pues el reto de seguir trabajando para podernos jubilar adecuadamente, los compromisos económicos, sociales y familiares que sigamos teniendo y nuestro propio bienestar emocional, nos debe exigir buscar y encontrar cualquier opción disponible que nos permita conseguir nuestras metas. Creo que ya lo he comentado alguna vez, pero mi situación, cuando mi empresa cerró y tenía 56 años, me espoleó a cambiar mi vida, mis pretensiones económicas, mi salud mental, y gracias a Dios (aunque tambien al esfuerzo y el trabajo diario) hoy, con casi 63 años, observo que mi vida es distinta a cuando trabajaba de directivo, ni mejor ni peor, distinta, pero mucho más reconfortante. Os animo a no conformaros con vuestra situación de «parado», a dejar atrás que las Administraciones Públicas os saquen del apuro (ninguna lo hará), a luchar y encontrar vuestro propio camino, pensar que donde se cierra una puerta, siempre se abre una ventana.
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